Periodo vacacional para los menores: muchas horas de ocio que no siempre cuentan con alternativas como los amigos, el monte, la piscina o la playa. Ante el inevitable aburrimiento, no es extraño que el menor recurra al ordenador o a la videoconsola para jugar con videojuegos, chatear con sus amigos o navegar por la Red. ¿Son éstas buenas distracciones? En principio no son malas, pero el hecho de que el niño esté tranquilo no significa que esté a salvo. Internet, igual que la calle, comporta algunos peligros, aunque se pueden neutralizar si se combinan determinados programas de control parental con normas de precaución y asesoramiento. Un aspecto está claro y en él inciden los expertos: un programa nunca puede sustituir a una madre o un padre.
Las horas muertas en verano se pueden hacer muy largas para los menores, que necesitan distraerse para no estar nerviosos y querer llamar la atención. Un niño distraído puede ser un remanso de paz y un alivio para sus padres, al contrario que un menor aburrido, ya que se altera con el hastío. Pero distracciones hay muchas y algunas pueden comportar peligro. Un menor absorto frente a la pantalla de un ordenador durante demasiadas horas puede llegar a resultar preocupante... O no: todo depende de cómo emplee el tiempo.
La navegación por la Red, el juego o la conversación con los amigos en las redes sociales son algo enriquecedor y casi fundamental en la formación de los jóvenes, siempre que no se crucen determinadas líneas que pongan en peligro la estabilidad emocional de una persona todavía inmadura. Éstas son algunas de las situaciones que pueden propiciar el conflicto:
- La navegación web puede ser una vía de conocimiento muy importante para el niño, que satisfaga su curiosidad y complete su educación, de manera similar a una biblioteca. Pero de la misma forma que en ésta hay libros para cada edad y periodo de la vida, en Internet no todas las páginas son recomendables para cualquier niño. Incluso, la Red discrimina mucho menos que una biblioteca y posibilita el acceso mucho más.
- No está probado que los videojuegos, violentos o no, causen más estragos a un niño que una película de televisión, pero tampoco se sabe cómo puede afectar un determinado juego a un niño. Cada persona reacciona de un modo distinto a una misma situación y, por este motivo, la normativa PEGI recomienda un videojuego u otro según la edad.
- Por otro lado, hoy en día muchos juegos no se compran en la tienda, sino que se accede a ellos a través de Internet y un menor puede comprarlos sin que los padres le hayan dado el visto bueno.
- Cuando los niños tienen acceso a una tarjeta de crédito o saben dónde se guarda, pueden hacer compras no autorizadas en nombre de sus padres. A menudo, tienen poca conciencia de la dimensión de sus acciones.
- Una red social como Facebook es, con toda probabilidad, la prolongación de la relación del menor con sus compañeros de colegio durante las vacaciones. Allí se mantienen en contacto y comparten información. Pero en este mismo lugar también pueden verse acosados o acosar a otros niños, tal como explica Gemma Martínez, investigadora de la Universidad del País Vasco, experta en menores e Internet. La consecuencia última es que el verano se puede convertir en una pesadilla para el niño.
- En las redes los menores pueden realizar comentarios acerca de la intimidad de su familia, opinar sin conocer la trascendencia de sus manifestaciones o subir fotografías comprometedoras propias o de otras personas a quienes no han pedido permiso. La actividad en la red social sin supervisión puede acabar por generar un problema legal.
- Los mensajeros, como el de Yahoo! o el MSN Messenger, propician que el niño esté menos solo cuando se aburre en casa, pero también abren la puerta al contacto con adultos extraños de intenciones poco honestas. No es una situación que ocurra siempre, pero tampoco es imposible.